El primer gran ataque pirata fue en la isla de Cubagua

La madrugada del 23 de julio de 1528 los habitantes de la isla de Villa de Santiago de Cubagua despertaron conmocionados ante los estertores de la onda de choque, producidos por el disparo de uno de los cañones de un solo bloque que portaba el inmenso Galeón francés de 240 toneladas que había atracado en la isla sin que los guardias de la ciudadela se percataran.

“¡Nos atacan!”, fue el grito de guerra lanzado por uno de los soldados españoles que salió despavorido fortaleza adentro en busca de algún superior que informara al alcalde mayor, Pedro Herrera, los últimos acontecimientos. No hizo falta, el regidor mayor del Cabildo había sido despertado de sus ensoñaciones nocturnas con la alharaca del cañón y los gritos de espanto de los pobladores de la pequeña isla.

Mapa donde se observa ubicación de Cubagua/ Tomado de: fundacionkvbagva.wordpress.com

En medio de la turbulencia se levantó de su catre y fue a analizar la situación: “¿Tendrían oportunidad de resistir el ataque?, ¿podrían los cinco cañones de la armada combatir esta embestida pirata?”, esas dos preguntas se paseaban constantemente por la cabeza del alcalde Herrera el cual permanecía aun a medio vestir y con la cara soterrada por el despabilamiento impuesto de aquel despertar inhóspito.

De pronto, asomado desde una pequeña ventana de la casa de tapia, observó con furia la realidad que sus ojos le mostraban. Aquel navío era el barco más grande que hasta ahora había visto en manos de filibusteros. Las opciones eran pocas, lo mejor sería resistir hasta el final. “La isla no se entrega, a menos que nos maten a todos. Si nos rendimos de igual manera nos matarán”, fueron las palabras con que Pedro Herrera sentenciaba el combate a muerte.

Por su parte, el navío francés estaba al mando de Diego de Ingenios quien otrora había sido vecino de la isla e incluso trabajaba al servicio de la corona, pero en abierta traición a España regresaba a Cubagua en calidad de corsario.

Convertirse en corsario fue una de las opciones de enriquecimiento ilícito más usadas en la época por quienes deseaban hacer fortuna de manera rápida. Quizá este deseo de fortuna llevó a Ingenios a buscar el beneplácito de las autoridades francesas para auspiciar el ataque a los territorios insulares y costeros del para entonces Imperio Hispánico.

La diferencia entre un corsario y un pirata radicaba en que los primeros tenían por empresa naval atacar a los enemigos de un Estado bajo la autoridad de otra potencia beligerante con el fin de causar pérdidas al comercio enemigo y hacerse con el botín obtenido en la arremetida. Sin embargo, a partir de la bula del Papa Alejandro VI, en 1493, toda embarcación extranjera que navegara las aguas cercanas al Imperio Español sería considerado pirata. Esta restricción también obedecía al interés de limitar el comercio de los nuevos territorios solo con la corona. Sin embargo, para los españoles las naves corsarias y sus prácticas se consideraba una forma de piratería y esto devino en que se aludiera el término pirata como un sinónimo del corsario.

Para el siglo XV la piratería era bastante común por lo que se le denominó como la Edad de Oro de esta práctica, lo que ayudó a la proliferación de la figura del corsario auspiciado por los gobiernos holandeses, ingleses, alemanes y franceses que esperaban obtener beneficios del Nuevo Mundo.

A pesar de que los corsarios gozaban de cierta “legalidad” oficial eso no los hacía menos cruentos que los piratas, los cuales no servían a ninguna autoridad de Estado y actuaban por fines particulares.
Diego de Ingenios conocía perfectamente el potencial perlífero de la isla de Cubagua.

Como habitante de la misma, en sus años anteriores se había percatado de la expoliación de perlas en cantidades ingentes que se realizaba a manos de los españoles y que cada día iba en aumento.Este hecho lo hacía suponer que en Cubagua le aguardaba un gran tesoro.

Planificó cuidadosamente el ataque, el cual conllevaba un gran riesgo, considerando que la vida de los piratas y corsarios era realmente corta porque si algo fallaba durante la jornada de desembarco podían morir en el ataque o si los apresaban ir a la horca. El propósito de Diego de Ingenios radicaba en hacerse de los cargamentos de piedras preciosas que prontamente serían enviados a la metrópolis española, además de las otras riquezas que encontraran en el camino. Era sabido que el flujo de perlas era tan grande en la isla que hasta se utilizaba como moneda para los intercambios comerciales.

Para el logro de su empresa, el corsario había logrado el apoyo de Francia. Tenía lo que se conocía como una patente de corso, es decir, un permiso legal del gobierno francés que para ese momento se encontraba en plena guerra de la Liga del Cognac contra España –Francia, Venecia, Florencia, Milán y el Papa Clemente VII se oponían a la condición de Imperio potencia que había conseguido la nación española–, inconformes con la división del mundo que se había plasmado en el Tratado de Tordesillas en 1494 y haber quedado fuera de las riquezas que se podían obtener del nuevo continente, comenzaron a apoyar empresas de piratería.

Diego de Ingenios se había hecho con la capitanía de uno de los galeones más grandes hasta entonces vistos en la Nueva Cádiz. Lo galeones eran barcos que podían causar gran destrucción y, particularmente, el galeón francés que capitaneaba Ingenios, era robusto, con alta capacidad de carga y, a pesar de su lentitud, estaba perfectamente armado con 45 cañones de un solo bloque, lo que superaba por mucho la capacidad de respuesta defensiva de la pequeña isla y sus 1500 pobladores. Esta embarcación estaba diseñada para fines militares lo que prácticamente le aseguraba a Ingenios la victoria.

Indígenas y españoles combaten a los corsarios en Cubagua/ Autor desconocido.

El corsario había planeado el asalto cuidadosamente después de pensar muy bien el rumbo a tomar. Los lugares en los que se desplegaba el poderío de los piratas y corsarios eran principalmente aquellos en los que se desarrollaban las rutas comerciales de las naves mercantes, por lo que las actuaciones de los mismos se hacían principalmente en el Caribe. Finalmente, de Ingenios se decidió por la isla de Cubagua.

Elegir el destino del ataque era uno de los elementos más discutidos por piratas, corsarios, bucaneros y filibusteros; un buen destino implicaba consecuencias favorables, pero un rumbo lamentable podría significar muerte o encarcelamiento y luego la horca.

En las sociedades piratas decidir la ruta a tomar no era solo una potestad que le competía al Capitán. Es conocido que la elección del rumbo se realizaba por votación en algunos casos, e incluso se redactaban cláusulas para la repartición de las ganancias obtenidas, aunque aquellos hombres que ostentaban mayor rango en la jerarquía les tocaba una parte más grande del botín. Sin embargo, el hecho de que el Capitán incumpliera las cláusulas acordadas era un símbolo de traición y se pagaba con la muerte o se le abandonaba en una isla desierta.

El corsario Diego de Ingenios había acordado con las autoridades francesas un porcentaje de las ganancias obtenidas del asalto. Se trataba de una obligación que como corsario debía cumplir puesto que contaba con el consentimiento y apoyo naval del gobierno francés, por lo cual, de Ingenios estaba obligado a compartir las ganancias de lo recaudado como parte de la actividad realizada, incluso si se trataba de apoderarse de un navío en altamar.

La repartición de las ganancias era un elemento que diferenciaba a un pirata de un corsario, ya que los primeros no debían compartir botín con ninguna autoridad más que a ellos mismos, porque no estaban sujetos ningún tipo de legalidad y actuaban indiscriminadamente a beneficio propio. Sin embargo, esa delgada línea de la legalidad fue lo que empujó a muchos hombres a convertirse en corsarios, puesto que era una manera de ganarse la vida sin ser perseguidos por los Estados. Quizá haya sido ese el caso del Capitán corsario Diego de Ingenios.

La preparación del viaje también exigió a de Ingenios contar con una tripulación adecuada. Necesitaba que sus hombres conocieran y tuvieran experiencia marítima para enfrentarse a los destinos que emprendería.

Los avances navales para la época, a raíz de los continuos viajes europeos a las Indias y a Oriente, habían contribuido con el desarrollo de tecnologías de navegación que facilitaban la orientación de las travesías: almanaques, cronómetros marinos, mapas y demás instrumentos que los piratas y corsarios manejaban, puesto que muchos de estos hombres habían sido marineros que se encontraban desempleados o incluso mercantes que preferían la vida de ilegalidad en estos trabajos a los oprobios cometidos por las autoridades de las embarcaciones mercantes para las que trabajaban, en ambos casos.

Así, la tripulación del galeón francés estaba dotada de algunos buenos marinos y navegantes que sabían utilizar los instrumentos de navegación y contaban con experiencia en travesías del mar, además de trazar su propia carta de navegación, porque la intención de Diego de Ingenios era saquear una isla, no perderse en altamar ni encallar en un destino equivocado.

La comida era otro elemento que se debía prever muy bien, pues la tripulación entera pasaría meses en el mar y eso significaba llevar animales vivos como cerdos y gallinas para el viaje. Los animales vivos eran mejor opción en vista de que no había como mantener la comida y el agua era almacenada en barriles. La vida como pirata era realmente difícil, los peligros de la misma no se encontraban solo en perecer durante el ataque, sino también durante el viaje a causa de las enfermedades que muchas veces afectaban a la tripulación (tifus, colera, etc.,) o por las condiciones aparatosas de la propia embarcación y su humedad, lo que acarreaba enfermedades a los marinos como asma o bronquitis.

La tripulación del acpitán de Ingenios había planeado someter a la población de la isla de Cubagua y a sus autoridades mediante el uso de la artillería pesada. Lanzarían unos cuantos cañonazos a los guardias y estos, al darse cuenta de que se encontraban imposibilitados de resistir al combate, seguramente cederían. Luego planearon descender a tierra firme armados con sus cuchillos, espadas, hachas de abordaje, espolones y alabardas, para terminar de someter a todos aquellos que opusieran resistencia.

El plan de Ingenios estaba en marcha. Nada podía fallar. Regresaría triunfante a recorrer los azules intensos del Caribe con las arcas del galeón desbordadas de un nacarado brillante. Sin embargo, no contaba con que en tierra firme se preparaban para luchar, no cederían tan fácilmente la isla y menos las riquezas que en ella se escondían.

Imagen en 3D de Cubagua realizado por la arq. Marilyn Pérez Falcón y el arq. Graciano Gasparini/ Tomado de Fundacionkvbagva.wordpress.com

El regidor mayor del Cabildo, Pedro Herrera, al darse cuenta inmediatamente de la presencia pirata, mandó a que todos defendieran la isla valiéndose de las pocas armas que encontraran disponibles y de un elemento sorpresa: la fuerza inigualable de las tropas indígenas guaiqueríes. La guarnición disponible para la defensa de Nueva Cádiz eran cinco cañones, doce piezas de artillería y el arrojo que presentaron los pobladores de la ciudad.

Una vez avistado el galeón francés, el cabildo solicitó toda la ayuda posible. Armaron un escuálido plan de defensa con las armas disponibles: pistolas, arcabuces y mosquetes, y mandaron distintas flotillas de ataque a la nave. Los cañones se lanzaban desde la ciudad, mientras las flotas buscaban interceptar a los piratas antes de llegar al puerto. Incluso se había mandado a llamar la ayuda de la guardia de Cumaná para defender la isla.

“Al menos le daremos pelea”, era la frase recurrente que se escuchaba en los hombres armados que se lanzaban a defender la ciudad.

La gente, asustada del desembarco de los filibusteros, aguardaban mientras tanto escondiéndose donde pudieran, en especial, las mujeres, que sabían qué papel jugaban ellas dentro de los desembarcos piratas. Los gritos se confundían con los estruendos provocados por las balas de cañón, las luces provenientes del rastro de la pólvora resplandecían en la agitada mañana. El sol se asomaba en los azules interrumpidos del amanecer en la Villa.

Todo parecía perdido cuando a lo lejos varias flotillas de piraguas conformadas por 150 aguerridos guaiqueríes, se dejaban descubrir navegando hacia el galeón en medio del oleaje. El elemento indígena tomó por sorpresa a muchos, ya que los guaiqueríes eran una tribu muy aguerrida y acérrima enemiga del gobierno de Nueva Cádiz a causa del sometimiento al que los españoles habían expuestos a muchas de las tribus que habían esclavizado y por las atrocidades cometidas en la expoliación de las perlas preciosas.

Representación del momento en que españoles y guaiqueríes combaten unidos/ Autor desconocido

Pero gracias a la intervención de la princesa indígena guaiquerí de nombre católico Isabel, concubina del conquistador Francisco Fajardo y quien le dio un hijo mestizo del mismo nombre, se logró la intervención indígena y el apoyo en la resistencia de la isla. Así, los atacantes levantaran anclas, prefirieron la retirada antes de perderlo todo. En el enfrentamiento murieron 35 de los marineros corsarios. El capitán Diego de Ingenios había fracasado en su ataque, pero no sería el único que intentaría saquear la isla.

El sol despuntaba aún más, y a lo lejos, en medio del entrecortado oleaje una escaramuza pirata, se daba a la retirada, mientras que en el puerto de la Nueva Cádiz se escuchaba el estruendo, pero ahora en señal de celebración.

@Niyiree_baptista

Referencias

  • Ávila, V. (Julio-Diciembre de 2015). Llave de defensa de las costas de la Provincia de Venezuela en el siglo XVIII. (C. d. Iragorry, Ed.) Revista Tiempo y Espacio(64), 130-153.
  • BeSailor. (22 de Junio de 2018). 5 tipos de barcos pirata que se usaban en el Caribe. Obtenido de BeSailor: es.besailor.net
  • Intxaurrondo, D. (2018-2019). Piratas y corsarios: Modo de vida en los siglos XVII-XVIII. Barcelona-España : Universidad de Barcelona .
  • Torres, R. d. (Enero-Junio de 2016). La presencia de corsarios franseces en el Golfo-Caribe entre 1536 y 1555. Una propuesta de Análisis Espacial. Hitoria 2.0 Conocimiento histórico en clave digital(2), 36-56.
    Urdaneta, R. (2007). Historia Oculta de Venezuela . Caracas: Fundur Ediciones .

Autores

  • (Caracas 1990) Es escritora, historiadora, investigadora. Amante del café, las lecturas y las buenas conversas. Actualmente, es parte del equipo escritural de la Crónica Info, con sus crónicas históricas que nos acercan al pasado y reviven la Venezuela de otros tiempos. Síguela en Instagram: @niyiree_baptista.

Niyireé S. Baptista S.

(Caracas 1990) Es escritora, historiadora, investigadora. Amante del café, las lecturas y las buenas conversas. Actualmente, es parte del equipo escritural de la Crónica Info, con sus crónicas históricas que nos acercan al pasado y reviven la Venezuela de otros tiempos. Síguela en Instagram: @niyiree_baptista.

You May Also Like

Josefina “Pepita” Machado, la caraqueña que acompañó a Bolívar en los duros años de la Independencia

Miranda y Bolívar: un sueño de república

José Antonio Páez: el ocaso de un centauro

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *