La historia de un festín gastronómico

La Cena de la Competencia marcó capítulos de oro en la crónica social de Caracas. Su recuerdo va ligado al buen comer de la mesa familiar capitalina a favor de una causa noble.

 

Corría la década de los 60, ya Caracas se perfilaba como una de las ciudades cosmopolitas de América Latina. Raúl Leoni era electo en 1964 presidente de Venezuela y un año después se enfrentaba a la primera manifestación donde se reclamaba el alto costo de la vida. Ese mismo año, 1965, se celebró la primera edición de un encuentro gastronómico muy particular, que todavía hoy perdura en recuerdo de muchos, quienes añoran el regreso de la Cena de la Competencia.

La Historia

Si bien no había derroche, el trabajo abundaba, los inmigrantes europeos llegaban buscando nuevas oportunidades. Muchos se habían consolidado con sus negocios, los hoteles de la ciudad se convirtieron en centros de diversión donde se podía hacer negocios desayunando en el hotel Tamanaco, las empresas celebraban almuerzos para recordar su aniversario y se presentaban shows con artistas invitados de la talla de Nat King Cole y Lola Flores.

Uno de esos hoteles era el Ávila, en la todavía arbolada urbanización San Bernardino, escenario de renombrados bailes de carnaval, donde el disfraz de negrita, que sirvió de polizonte a más de una jovencita que quiso disfrutar clandestinamente de las carnestolendas y bailar al ritmo de aquellas míticas orquestas, convirtiéndose en el atuendo más popular. La Billo Caracas Boys era la orquesta obligada, con sus célebres mosaicos, que inteligentemente mezclaba una rumba con un romántico bolero. La felicidad de las parejitas.

El hotel Ávila era un edén, gracias a sus tropicales jardines y fue, precisamente, allí donde José “Pepito” Herrera Uslar quiso concretar una idea que venía dándole vuelta en la cabeza hacía algún tiempo: una cena cuyos cocineros fueran hombres. Y no era un capricho sino que “Pepito”, uno de los prominentes hombres de nuestra sociedad, conocía a fondo la verdadera gastronomía. Era asiduo a los mejores restaurantes de París, ciudad que no ha perdido su categoría de capital del buen comer, porque en Francia tiene tanta importancia el producto, la elaboración como la  “mises en scène”.

Dos asociaciones, integradas por hombres, apoyaron su idea, por lo que el 27 de agosto de 1965 Caracas vivió la primera edición de lo que con el tiempo se convirtió en la celebración más esperada de año, la Cena de la Competencia.

En aquella oportunidad la Asociación Venezolana de Ejecutivos y el Club de Gastrónomos lideraron la idea y enfilaron su acción, no sólo a satisfacer sus exigentes paladares, sino hacia lo filantrópico, especialmente para respaldar aquellos programas destinados a proteger la infancia abandonada.

Aquel primer grupo lo comandó José “Pepito” Herrera Uslar, junto a Alfredo de La Sota, Manuel Vicente Tinoco, Luis Enrique Núñez, Isaac Pardo, Gustavo Henrique Machado, fundador del Hospital de Niños J.M de Los Ríos y un gastrónomo de primera, lo que lo llevó a investigar los alimentos; y  su hermano T.M. Machado, Germán Chiossone, William Cifuentes, Hostilio Anzola. El pintor Tomás Golding, William Rísquez, Carlos Castro, John Campbell y Aileen Edmonds.

Ellos seleccionaron las recetas más famosas de su familia o aquellas que dejaron recuerdos inolvidables de un viaje y se dedicaron a cocinar por una noche. No sabían que estaban sembrando los cimientos de una celebración que continúa presente en aquellos que vivieron las posteriores y ha inspirado a otros a encuentros similares, lo que confirma que solo lo bueno es copiado.

También hubo rifas que aportaron más emoción a la velada. El sorteo servía para cerrar la fiesta y así se hizo durante mucho tiempo.

Si las damas no aportaron la sazón de sus cocinas, enriquecieron aquel primer encuentro y los sucesivos con su elegancia natural e innata.

Concha Lanado de Madriz, Concha de la Sota de Lanao y Patricia Cifuentes de Chumaceiro

La Ciudad de los Muchachos se convirtió en el objetivo de la cena como lo anunció en su primera rueda de prensa Mercedes de Conde Jahn  cuando dijo: “La Ciudad de los Muchachos ha dejado de ser una institución cerrada para integrarse a la comunidad”. De esta manera la directiva de la Organización de Protección al Niño (OPAN) anunció su campaña anual, lo que permitió tener recursos para crear una escuela donde los jovencitos cursaban primaria y luego aprendían un oficio en diversos talleres que les permitía integrarse al mercado laboral.

La Cena de la Competencia permaneció por 48 años en la agenda social de la capital, conservando intacto su sentido filantrópico y festivo. La primera entrada costó 100 bolívares.

Una fiesta que evolucionó

Por un tiempo los caballeros siguieron siendo el centro de la Cena de la Competencia, no sólo con platos de antología sino con originales delantales, muchos de ellos verdaderas piezas de colección donde el humor tenía su cuota. No pasaron muchos años para que las damas se sumaran, demostrando que también ellas tenían condiciones para competir de tú a tú con los noveles chef. Primero con sus postres, que se colocaban en una hermosa mesa donde cada plato mostraba quien lo había llevado.

Las menos habilidosas en las artes culinarias no se abstuvieron y mandaban a preparar sus dulces con algunas de esas gloriosas pasteleras caraqueñas y con mucho orgullo aparecían con sus tarjeticas que indicaban nombre del postre y su autora, que sin maldad y con cierta picardía, por una noche aparentaban ser expertas.

Para promover la celebración se contaba con el apoyo de los cronistas sociales de entonces. Ana Mercedes Hernández Pesquera de Bellorín, Richard Delgado Ruiz, Monalo Tinedo “Cicuta”, Pedro J. Díaz y Ramón Darío Castillo, ambos colaboraban no sólo con sus notas sino también con sus platos. Pedro J. con la sopa de rabo caraqueña y Ramón Darío quien llevaba el Soufflé de pescado a la reina. Al acercarse la fecha estaban atentos para seguir los pasos de esta celebración que tenía dos capítulos: el primero, anunciar la cena, donde se daban a conocer a los presidentes de la misma, que generalmente era una conocida pareja de la sociedad, con poder de convocatoria, quienes ofrecían ese coctel inicial, donde solo estaban invitados los cocineros quienes debían informar el nombre del plato que prepararían y de esa manera los organizadores sabían el tipo de menú que se ofrecería y no tener platos repetidos, también se informaba sobre los detalles de la fiesta. La segund aparte era la celebración de la cena.

“Se encendieron los fogones”, así tituló una vez para promocionar la cena nuestro querido Richard Delgado, quien por 57 años estuvo al frente de las páginas Sociales del diario El Universal.

Richard Delgado, Demetrio Sandoval y Alberto Veloz

Encabezaron esta cena presidentes del Country Club de Caracas y reconocidos empresarios, quienes aportaban sus círculos de amistades. Entre ellos se recuerda a Rafael Tudela Reverter y Mariajosé Romero de Tudela.

Hay que destacar que esta fiesta benéfica era el gran encuentro de  la alta clase social caraqueña.

Para las parejas ser designadas presidentes de la Cena de la Competencia era un verdadero honor. Esta selección se hacía de manera muy rigurosa y cumplía con un estricto protocolo. Aunque en dos ocasiones no aceptaron porque consideraron que era mucho trabajo, lo que era cierto y por eso el éxito estaba asegurado. Luego se arrepintieron ya que perdieron una oportunidad de haberse lucido como anfitriones de postín y haber colaborado con la labor social.

Otro momento importante que se anexó a la celebración fue la visita a la Ciudad de los Muchachos para que la gente conociera las dimensiones y objetivos de la obra y poder contar con el apoyo permanente y entusiasta de cada cocinero que debía costear su plato para un determinado número de comensales.

Las clásicas preparaciones culinarias de los años 60 fueron dando paso a platos de una cocina más universal. Se sumaron las preparaciones japonesas, la cocina de autor y la de fusión. Los platos tradicionales venezolanos también tomaron otros aires de modernidad, sin que quedara afuera el Pastel de morrocoy de Mercedes Rengifo; el Mero a la Hosti, de Hostilio Anzola; el Queso relleno de Phillip Henríquez y la “Gata” Luciani con sus pechugas de pollo en salsa de hongos. Ella para hacerse notar usaba un gorro verde que hacía juego con sus ojos.

También se sumaron personalidades como el afamado torero Curro Girón, con su Lomo de res; el profesor Néstor Luis Negrón, conocido por su programa de televisión, junto a Cecilia Martínez con su recordado Peas and Rice y posteriormente se anexaron algunos de los chefs más prominentes, entre ellos Robert Provost de El Gazebo, quien preparó un Choucroute Alsaciene. Pero nunca los aficionados perdieron su protagonismo.  Las mujeres se incorporaron a la lista de los chefs y convencieron con la calidad de sus preparaciones.

Originalidad

Los caraqueños tienen una inventiva especial para que las fiestas no sean repetitivas y la Cena de la Competencia es un claro ejemplo de esa versatilidad.

Cada año surgía un tema que daba una atmósfera particular a este encuentro. En la década de los 70  la Organización de Protección al Niño conservaba sus clásicos menús que reproducía al de los grandes comedores franceses. No faltaban la langosta y el caviar.

En 1986 cada sector llevó el nombre de un río venezolano. Manzanares, Meta, Catatumbo, Orinoco, Apure y Uribante congregaron los condumios salados, quedando el río Caroní reservado a los postres. En 1992, año del V Centenario del descubrimiento de América, el buffet se ordenó alrededor de estos nombres Cristóbal Colón, Puerto de Palos, La Pinta, La Niña, La Santa María, Rodrigo de Triana, 12 de Octubre y Guanahaní. Ese año hubo hasta un Fricasé de ancas de rana.

Otra fecha importante fue la conmemoración de las Bodas de Plata de la Cena de la Competencia  en 1993,  entonces se seleccionaron los 12 signos del zodíaco.

En 1994 a cada buffet se le asignó el nombre de un país y cada grupo lo encabezó una pareja, que fungía como embajadores y se sirvieron platos típicos de esa nación. Los embajadores de Cuba fueron Jorge Sucre y Nury Gómez de Sucre; Elías Azpurua y Carmen Gil de Azpurua representaron a España; Enrique Beracasa y Patricia Ravellat de Beracasa a Francia que agrupó 34 cocineros con sus respectivos platos; Italia tuvo como embajadores a Roberto D´Alessandro y Jenny de D’Alessandro; Japón contó con la dirección del recordado Carlos De Sousa y su esposa Gloria Matos de De Sousa; Ignacio Salvatierra y Clara Aguerrevere de Salvatierra fungieron como delegados de México; Venezuela contó con Armando Godoy y Aloma Henríquez de Godoy; para cerrar con las Naciones Unidas, representada por Jorge Scull Mederos y Magaly Raygada de Scull. En este pabellón se reunieron todas las sazones y sabores.

Uno de los menús más originales se tituló Ingredientes para alimentar a Venezuela, que se sirvió en el año 2000. Esos ingredientes dieron los nombres a cada capítulo gastronómico y fueron: Optimismo, Esfuerzo, Visión, Respeto, Integridad y Justicia, que después de 21 años continúan haciendo falta en la sazón política y social de nuestro país.

Las frutas nominaron los sectores de la cena del 2001 y en 2013 se seleccionaron instrumentos para rendir homenaje a nuestros grandes músicos que se encuentran regados por el mundo. Esta cita se tituló Concierto de sabores y fue la última de esta serie porque no se ha celebrado otra.

Concha de La Sota Wannoni de Lanao Noguera, quien se ha encargado de mantener encendida la llama de la Cena de la Competencia durante muchos años, siguiendo el espíritu de su padre, está segura que pronto los fogones se volverán a calentar, no sólo movidos por el disfrute sino porque la necesidad de ayudar es capital.

Los premios

La emoción por disfrutar de todos los sabores era misión imposible ya que más de un centenar de platos esperaban por los invitados,  luego de servir la cena comenzaba el baile. La orquesta tocaba varios sets y al rato se daba inicio a las rifas. En una oportunidad, nos recuerda Concha de La Sota de Lanao, se contó con el apoyo de la Rolls Royce, que tenía un concesionario en Venezuela, y como premio donó uno de sus vehículos que se lo ganó José Herrera.

Estar presente con un premio se convirtió en un punto de honor para quienes los donaban. En una ocasión uno de nuestros grandes artistas plásticos hizo llegar una de sus obras. El ganador consideró que el cuadro era muy grande para su casa, entonces se decidió subastarlo, pero al ver que la puja se puso interesante, se arrepintió y pidió llevárselo.

Del hotel Ávila la Cena de la Competencia pasó a la quinta Campo Claro y de allí a La Esmeralda que fue su última locación. Cuando la presidió Leonor Giménez Pocaterra de Mendoza Quintero, el encuentro se llevó a cabo en los jardines de su residencia.

Un paréntesis

Cómo la situación de Venezuela se fue complicando, los organizadores de la Cena de la Competencia, bajo la tutela de Concha De la Sota de Lanao, decidieron suspenderla por un tiempo. La situación económica y social no permitía hacer fiestas.

Hoy las necesidades continúan, la educación sigue estando en terapia intensiva y nuevos rostros se han sumado a la organización, entre ellos Concha Lanao de Madriz, quien junto a su madre han heredado esta iniciativa. Consideran que ha llegado la hora de volver a planificar este encuentro. Quienes asistieron en años anteriores desean revivir la experiencia que no sólo la sienten como una gran oportunidad de disfrutar por un día del mejor y más grande restaurante de Venezuela, por el número de platos que se sirve, sino que es una ocasión para reivindicar la amistad y para mostrar la generosidad hacia aquellos que más lo necesitan.

La Cena de la Competencia ya no sólo motivará a los periodistas de la crónica social, sino que será tema obligado de las redes. Muchos, como siempre, se quedarán con las ganas de ser chef por una noche y así codearse con lo más representativo de la sociedad.

Autores

  • Egresada de la UCAB. ha ejercido el periodismo corporativo, cultural y social. La fascinación por la historia la llevó a escribir sobre las casas reales del mundo. Los problemas ambientales también ocupan su interés. La moda es otra de sus pasiones. Leer las crónicas de Mayte retratan la sociedad venezolana y su tiempo. Síguela en las RRSS como @Mainav

Mayte Navarro Serrano

Egresada de la UCAB. ha ejercido el periodismo corporativo, cultural y social. La fascinación por la historia la llevó a escribir sobre las casas reales del mundo. Los problemas ambientales también ocupan su interés. La moda es otra de sus pasiones. Leer las crónicas de Mayte retratan la sociedad venezolana y su tiempo. Síguela en las RRSS como @Mainav

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