No ha habido un espectáculo en Venezuela que supere la popularidad alcanzada por la lucha libre entre los años 50 y 60. Los sábados en la noche, la ciudad se paralizaba. Ese día, después de cenar, se reunía la familia en torno al único televisor de la casa para disfrutar de aquellos combates entre limpios o técnicos, y rudos o malos que hacían esfuerzos por ser bien malos de verdad. Ya ...
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